domingo, 12 de febrero de 2017

LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

 Toda la esencia de Star Wars revive en El despertar de la Fuerza 

J. J. Abrams dirige con maestría este «Episodio VII », que cuenta con un argumento más sencillo, una dosis muy equilibrada de parafernalia digital y mayor presencia de personajes de carne y hueso.

Pablo OLIVEIRA Y SILVA 

La Fuerza ha despertado y esta vez supone una magistral resurrección. La séptima entrega de la saga de La guerra de las galaxias es un auténtico revival de emociones de la primera trilogía creada por George Lucas, que se sacude de forma convincente los errores de los criticados tres episodios de las precuelas que vinieron después. Un filme de 136 minutos cuya producción despertó innumerables dudas acerca de su viabilidad argumental, pero al que J.J. Abrams consigue dar sentido a través de la simplificación de la trama, una más que correcta dirección de actores y un adecuado equilibrio entre escenarios reales y efectos digitales, reviviendo 30 años después lo mejor que destiló la trilogía original. 

Con numerosos guiños para los auténticos seguidores de la saga, Abrams dirige a un selecto conjunto de actores recién llegados y otros más veteranos, sin que la mezcla r esulte patética. Muy al contrario, el director estadounidense, ha llevado a buen puerto esta nave espacial gracias a una dosis medida de efectos especiales, completamente alejada de los excesos de las precuelas y siempre al servicio de las necesidades del guion. Algo que también es llamativo en la música que firma John Williams, que se integra perfectamente en todas las secuencias de la película. 

 Pero en El despertar de la Fuerza, Abrams parte con una ventaja con la que no contó el propio Lucas al producir las trilogías anteriores. Y es que todo lo que vemos en esta primera entrega de la saga con el sello de Disney ya existía en este universo y se aprovecha ahora al máximo, resultándole al espectador mucho más familiar que las precuelas. Al firmar también la producción y el guion, se aprecia que el realizador afina con mucho arte toda la orquesta, ofreciendo las dosis necesarias de efectos dinámicos, giros argumentales y hasta las clásicas bromas que son necesarias para descarg ar la tensión del drama. 
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